cuando la expresión trasciende la intimidad del que expresa, se hace verdad, se hace carne, se hace vida...



domingo, 9 de octubre de 2011

Entendimiento...


La gran parte de esta reflexión fue escrita entre la segunda y tercera semana del pasado mes de septiembre…

Hace ya un mes que concluyó mi estadía en Washington DC. Las sensaciones previas al viaje eran múltiples, y para ser honesto, llenas de mucha inquietud. Por primera vez, me movía de un lugar a otro, sin un norte, sin un propósito. Incluso, como pocas veces, tenía miedo de volar. Finalmente decidí aceptar y tomar el vuelo con mis mejores energías, sin expectativas, con un honesto abandono.

El avión partió con una hora de retraso, que estimulo aun mas mi decisión de entrega, y de aceptar las cosas como se presentaban, sin juicios de por medio, ni positivos, ni negativos. Aproveche el tiempo para probar uno de esos deliciosos chocolates belgas que el simpático de Benoit nos regalo en su visita a DC. Para tranquilidad mía el vuelo fue extremadamente confortable, y propicio para descubrir que es lo que había quedado en mí, después de los últimos 6 meses.

Sin ambiciones, observe y sentí. La sensación que con más intensidad aparecía, era la de entendimiento, de mi mismo, de los demás, de cómo las cosas se desarrollan. Entendimiento profundo de quien soy, de porque he hecho lo que he hecho, de que ha motivado mis decisiones y búsquedas en la vida; reconocimiento también de aquellas decisiones acertadas y de las que no lo han sido. Acepté que algunas decisiones probablemente habrían sido distintas bajo el prisma de mi percepción actual de quien soy, y que producto de ello, parte del camino recorrido no sería el mismo.

Luego de 6 meses de un profundo viaje interno, iniciado quizás el día en que por fin decidí dejar de hacer lo que sentía no me correspondía, comprendí que soy un ser humano que ama la vida, que ama vivir la vida, y que no quiere dejar de vivirla aun cuando las cosas no se presentan simples ni evidentes. Percibí que habiendo aprendido a vivir la soledad, soy feliz viviendo en sociedad, compartiendo. Entendí que hay en mí una profunda necesidad de trasmitir y de relacionarse, de comunicarse de una forma sincera con el otro. Acepté que es el conocimiento humano y el desarrollo del ser humano el que me moviliza, y que alrededor de ambos deseo cultivar y expresar, tanto en términos profesionales como espirituales, mis potencialidades. Relativicé la importancia de mi mismo y de mis proyectos e ideas, y observé que a partir de ahora deseo ser el protagonista de mi vida, y no un protagonista en la vida.

Esa reflexión me llevo a una intensa sensación, de como si las piezas de un misterioso lego interno se hubieran ensamblado nuevamente en su forma natural, cuya esencia se encuentra desprovista de miedos, ficciones, ambiciones desproporcionadas, inseguridades, controles irreales, y por sobre todo, se haya dotada de aceptación, abandono, alegría de vivir, honestidad, compromiso y comprensión de uno y los demás. Supongo que los ires y venires dibujados en el camino, son parte de, y no vale la pena cuestionarlos, sobre todo cuando de una u otra forma se vive y aprende, tanto en unos como en otros.

Jodorowsky dice, “el camino más corto entre dos puntos, no es ni la línea recta, ni el que ofrece menos resistencia, tampoco el que conoces mejor; el camino más corto entre dos puntos es el más bello…”. Puedo decir honestamente, que al día de hoy he vivido y recorrido un camino bello…

No quisiera dejar fuera de esta reflexión al Tarot, y como siempre en una elección muy intuitiva, es que elijo el arcano XX, Le Iugement, El Juicio. Lo selecciono porque me habla de un momento de profundo encuentro personal, de evaluación, de mirada a lo terreno y lo espiritual, al uno y al otro, en la carta va de la mujer al hombre y del hombre al ángel, de la tierra al cielo; para renacer, mejorado, sanado quizás, o al menos, renovado, con una nueva visión de uno, los demás y el mundo.